JOSÉ BERDUGO ROMERO,
Licenciado en Derecho y en Historia, Doctorando en Prehistoria (especialidad en el mundo ibero en la provincia de Málaga), Académico de la Real Academia de la Historia de Antequera y Secretario de la Asociación Cultural Hisn Atiba de Teba.
18 Diciembre 2015:
“La forma en que el autor narra el contexto
histórico denota su formación y profesión pedagógica, consiguiendo transmitir
al lector una visión de la
Historia con mayúsculas, que prima la claridad y la
exhaustiva explicación de los datos y las fuentes, sobre el lenguaje oscuro y
elitista tan propio de la mayoría de las obras actuales, más preocupadas en la
apariencia de conocimiento que en el conocimiento en sí.
Ese estilo narrativo representa uno de los
fuertes de este autor y, como no podía ser menos, está presente en “España, vieja patria”, obra que, sin
duda, va a ser la que consagre el salto de Francisco Ortiz a un proyecto aún
más ambicioso como es la
Historia de España.
No me resisto a señalar brevemente algunas
ideas que se desprenden de “España, vieja
patria” que me parecen de sumo interés y que me llevan a sugerir su lectura.
Pienso, en primer lugar, que realmente
estamos ante una obra que viene a poner las cosas en su lugar en un panorama
historiográfico como el que vivimos en el que los separatismos han hecho de la Historia un campo de
batalla ideológico para la consecución de sus objetivos. En el frente que han
abierto, cualquier mentira, cualquier exageración, cualquier ocultación o
manipulación de los datos históricos son perfectamente válidos, si con ello
consiguen dar argumentos a unas masas nacionalistas proclives a oír todo
disparate que les ratifique en sus argumentos antiespañoles. Así, frente a los
indocumentados del Institut de la Nova Historia o frente a los redactores de los
textos de Historia que se estudian en las ikastolas, Francisco Ortiz esgrime
una colosal batería de fuentes que desde los clásicos grecorromanos, pasando
por los grandes sabios de la Hispania visigoda y por las múltiples crónicas de
los reinos medievales, termina demostrando lo obvio: la existencia de una
comunidad ancestral de probado abolengo que aglutina a los habitantes de la
península que se dio en llamar Iberia, Hispania o España, comunidad a la que no
fueron en absoluto ajenos los habitantes de Euskal Herria o de Cataluña.
Y lo hace con un manejo historiográfico y
filológico propio de los más consumados especialistas en las fuentes,
traduciendo directamente la “lingua mater”
en muchos casos o demostrando su conocimiento de los giros lingüísticos del euskera.
Pero, además, no sólo efectúa una labor de
recensión de textos y estudios. En España, vieja patria encontramos
también novedosas teorías y puntualizaciones históricas fruto del estudio y
conocimiento exhaustivo de las genealogías regias y nobiliarias de los diversos
reinos peninsulares. En ese sentido es una obra innovadora y que aporta
auténtico conocimiento histórico.
Sin duda podrían destacarse muchísimos
aspectos más de esta inmensa obra como, a modo de ejemplo, el transcendental
papel jugado por la Iglesia
en el mantenimiento de la substancia de los hispánico, el rol que en la conformación
de lo que nos es propio tiene el toro y los elementos rituales que surgen a su
alrededor o la trascendencia de la ininterrumpida sucesión regia pero, ya dije,
ese será el papel del autor.
Antes de que
nadie pueda ser llamado a engaño por sus prejuicios, quiero decir que esta no es una obra
fruto de alguien anclado en un supuesto nacionalismo español antivasco o
anticatalán. Nada más lejos de la realidad. “España, vieja patria” es una loa a lo que nos une, desde el
profundo respeto, conocimiento y amor a los idiomas, costumbres, peculiaridades
y culturas de nuestros hermanos vascos, catalanes y demás, tan hispanos (o
probablemente más) que cualesquiera otros habitantes de la piel de toro”.
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