DATOS OCULTOS PARA QUE RELUZCA TODA LA VERDAD
(A PROPÓSITO DEL SUPUESTO PÁRAMO LITERARIO DE HISPANOAMÉRICA)
SOBRE LA INTERVENCIÓN DE AYER EN ARDALES DE LA DESTACADA FILÓLOGA ALEMANA MICHI STRAUSFELD
Ayer hubo un acto cultural de gran altura en la Biblioteca de Ardales, con una destacada asistencia de un público ardaleño y de Cañete la Real, que brilló por su atención y satisfacción: una audiencia femenina en casi su totalidad, con la escuálida excepción de cuatro hombres. Resultó una actividad que merece una vez más el elogio para nuestra admirable bibliotecaria municipal, Joaquina Durán.
La filóloga Michi Strausfeld, con notable simpatía y empatía, captó y cautivó a las personas ávidas de saber y de leer.
A mí me encantó su trayectoria biográfica, plagada de encuentros con destacados autores y de trabajos de gran mérito, en tiempos difíciles, yendo y viniendo desde Alemania, al Perú, a Barcelona y a más lugares. Y siempre desviviéndose por la lectura, por la Literatura, por el mundo editorial, por la promoción entre niños, jóvenes y adultos, mujeres en particular.
Disfruté mucho, salvo ante dos afirmaciones, que me decepcionaron; las cuales no restan apenas mérito al trabajo de Michi ni al acto. Fueron dos detalles, que ahora diré, aunque quienes asistieron podrían decirme, en principio con razón, que por qué no planteé mis dudas o desacuerdos en el coloquio. Muy sencillo, por dos motivos: porque el acto se alargaba, no queriendo por mi parte cansar al público; y también porque yo no deseaba estropear un encuentro que estaba resultando redondo.
Digamos que yo podría hablar de lo positivo, que en mi opinión fue casi todo: ya lo he dicho, tanto sobre la interesante trayectoria personal de Michi como sobre la entrevista-charla en sí. Pero ahora y aquí, para que se sepa toda la verdad, toca exponer mis dos desacuerdos.
Mi primer desacuerdo, que no es importante, es que, junto a la justa crítica a las dictaduras, esa crítica estuvo escorada y no se extendió a toda dictadura... Digamos que, en mi opinión, el acto debió ser literario, que lo fue, pero no político; por cierto, no me pareció bien que Gabriel García Márquez no satisfaciera las ansias de aprender Literatura de la joven estudiante Michi, y se dedicara a hablarle de política. En ese sentido, hubo una crítica injusta contra la supuesta nulidad de lecturas y lectores en la España de hace equis años (ya sabemos...). Al contrario, cuando yo entré en el instituto en 1966 (que antes se entraba con diez u once años), los niños leíamos infinitamente más que los de hoy. Yo recuerdo desde libros de aventuras, traducidos del francés o del inglés o de autores españoles (incluido el preciosísimo “Marcelino Pan y Vino”), hasta todo el gran plantel de tebeos (hoy llamados cómics), que no sólo me los bebía, hasta su letra más pequeña, sino que en realidad fueron los que me forjaron como empedernido lector: el “Pulgarcito”, el “Tío Vivo”, el “DDT”, el “TBO”, “El Capitán Trueno”, “El Jabato”, el “Pumby”, el “Din Dan”...
Y el otro motivo de desacuerdo es más grave.
Michi Strausfeld vino a decir que la América española de los tres siglos en que fue arte y parte del reino de España (desde 1492 hasta las secesiones de 1811 a 1824) fueron tres siglos de una especie de páramo literario, y que sólo existía la Biblia... Dio la sensación de que con las “independencias” de los nuevos países del centro y del sur de América, empezó a florecer todo, y no lo niego en cuanto a Literatura. Pero en cuanto a lo humano..., habría mucho que decir. Los indios, desde las disposiciones testamentarias de la reina Isabel la Católica, y con sucesivas leyes de los reyes Carlos I, Felipe II, Felipe III y Carlos II al menos, fueron declarados súbditos de España, al igual que los españoles de la península; se toleraron y promovieron los matrimonios mixtos de españoles con indias y de indios con españolas, a diferencia de los demás países europeos; los indios tuvieron acceso a la nobleza; los indios tuvieron acceso a la enseñanza, a las universidades y al clero... En cambio, a partir de las independencias, la “caza al indio”, encaminada al exterminio de numerosas tribus, incluso con recompensas por cada cabeza de indio masacrado, fue un hecho.
Centrándome en lo de la supuesta inexistencia de Literatura, en todas sus facetas, aunque es cierto que fue escasa la obra literaria hispanoamericana en esos tres siglos, tengo que facilitar unos datos que lo desmienten; unos datros que creo necesarios, urgentes e indispensables para que el público que asistió al acto no se lleve una idea tuerta de esa atrevidísima y decepcionante afirmación.
A lo primero, destacaron los historiadores, y unos historiadores de una Historia como ciencia, reconocidos hoy, y con una concepción “de plena madurez” sobre la materia. Ya Cristóbal Colón nos dejó sus “Relaciones” de los viajes. Hernán Cortés, además de guerrero, escribió elogiables “Cartas y Relaciones”. Francisco López de Jerez, su “Verdadera relación de la conquista del Perú” (1539). Bartolomé de las Casas, “Brevísima relación de la destrucción de las Yndias” (1552), con aciertos y muchas exageraciones (en las que comenzó a fraguarse la Leyenda Negra), consiguiendo del rey Carlos I una comisión que hiciera justicia al respecto: curioso el estilo de España, prestando atención a quien denunciaba los abusos de algunos españoles y defendía a los indios: qué gran diferencia con lo que ocurría entre los demás países europeos... Pedro Cieza de León, la “Crónica del Perú” (1553), de gran interés geográfico y costumbrista. Gonzalo Fernández de Oviedo, “Historia general y natural de las Yndias” (<1557), sobre razas, costumbres, tierra, fauna, flora... Francisco López de Gomara, “Historia general de las Yndias” (<1572). Bernal Díaz del Castillo, “Verdadera historia de Nueva España” (<1581).
En lo estrictamente literario. El vasco Alonso de Ercilla, soldado voluntario en Chile: el grandioso poema épico “La Araucana”, en tres partes (1569, 1578, 1589). El chileno Pedro de Oña, “El Arauco domado” (Lima, 1596). Bernardo de Balbuena, “Grandezas Mexicanas” (1604). Inca Garcilaso de la Vega, nacido en Cuzco, hijo de un soldado español y una princesa inca: “Comentarios reales” (1609) y la “Relación Completa del mundo de los incas” (frutos, fauna, templos, vivienda, caminos...). Fray Diego de Hojeda, “La Cristiada” (1611). Las dos etapas americanas del dramaturgo Juan Ruiz de Alarcón, nacido en México en 1581. Antonio de Solís, “Historia de México” (<1686). José Joaquín Fernández de Lizarza, nacido en 1776: “Periquillo Sarmiento” (1816). José Joaquín Olmedo, nacido en Guayaquil en 1780, poeta y diputado en las Cortes de Cádiz en 1812.
En cuanto a las obras científicas, España y la España americana o la América española de esos tres siglos de supuesto desierto cultural, destacó por encima de la Europa de su tiempo en cuanto a las exploraciones. A juicio de la Asociación Española de Americanistas, “Las obras de los científicos hispanoamericanos fueron altamente consideradas por sus coetáneos y sucesores. Se multiplicaron, con traducciones al francés, inglés, italiano, latín, holandés y alemán". He aquí una muestra:
Pedro Medina, “Arte de navegar” (1545), primer libro al respecto, tanto en América como en Europa. Martín Cortés de Albacar, marino, geógrafo, cosmógrafo, explorador marítimo del Océano, con su “Breve Compendio de la Sphera y de la arte de navegar” (1551). Diego García de Palacio, “Regimiento de Navegación” (1552) y “Instrucción Náutica” (1587). Andrés de Urdaneta, navegante y cosmógrafo, con su “Gesta” (1565). José de Acosta (fallecido en 1585), misionero jesuita, cronista, indiano. Rodrigo Zamorano, “Compendio de la arte de navegación” (1581). El prestigiosísimo Francisco Hernández, nacido en 1515, médico, expedicionario, “Materia Médica Mexicana”, Protomédico General de todas las Yndias, por nombramiento del rey Felipe II en 1570, autor de “De Antiquitatibus Novae Hispaniae”, en 16 volúmenes, publicados en México hasta 1576; y sus 22 libros sobre sus siete años de exploraciones, publicados hasta 1577. Francisco Bravo, “Ópera Medicinalia” (publicada en México en 1570), y su “Tractado Brebe de la Medicina Mexicana” (1592). Nicolás de Monarde (+1588), médico, historiador de la Medicina americana, de la metalurgia: “Cosas que traen de nuestras Yndias y que sirven al uso de la Medicina”. Benito Arias Montano (+1598), hebraísta y humanista. Hugo de Omerique (+1698), matemático. Las prácticas médicas de Pedro López, Francisco Toro y Juan de Eluza. O las publicaciones del Convento de la Orden de San Francisco de México: del “Herbario” de Tragus (1533), el “Canón” de Avicena (1507) o la “Materia Medicia Medicinalis” de Discórido (1566).
En cuanto a la Filología sobre lenguas indias, España fue pionera en toda Europa sobre el estudio, defensa y difusión de las gramáticas indígenas de América, a diferencia de la represión de los demás países europeos. Los datos son abrumadores. Atención:
El franciscano Andrés de Olmos, fraile del Colegio de la Santa Cruz de Tlatelolco (México), fundado en 1533, es el autor de la primera Gramática de Lengua Náhuatl: “Arte de la Lengua Mexicana”, publicada en 1547; ¡o sea, poco después de la primera Gramática de la Lengua Castellana, de Nebrija, y muchísimo antes de que existiera la primera gramática de una lengua europea, la francesa! En 1570, el rey Felipe II, por Real Cédula, declaró el náhuatl lengua oficial en Nueva España (México). El sacerdote Bernardino de Sahagún, etnógrafo, publicó los doce libros del “Códice Florentino”, la “Psalmodia Christiana” y el “Evangeliario en lengua mexicana" (todo en México en 1577 y 1583). Tan sólo en el México español en el siglo 16 se publicaron 109 obras dedicadas a las lenguas indígenas. Sor Juana Inés de la Cruz ecribió poemas en lengua náhuatl. En cuanto a la lengua quechua, el misionero Diego de Santo Tomás publicó la “Grammatica o Arte de la lengua general de las Yndias de los reynos del Perú” y el “Lexicón o vocabulario de la lengua del Perú”, en Aucallama. En 1580 el rey Felipe II creó la Cátedra de Lenguas Indias en las universidades de Lima y México. ¡Qué diferencia más enorme con lo que hacían los demás países europeos en sus colonias! En 1586 Antonio Ricardo publicó “Arte y vocabulario de la lengua del Perú llamada Quichua” (1586). Diego González de Holguín, “Grammatica del Quichua o Lengua del Inca” (1607). Además en los dos siglos de los años 1600 y 1700, en la América española los filólogos españoles publicaron gramáticas de las lenguas indias (atención) aimara, guaraní, totnaca, otomí, purépecha, zapoteca, mixtea, maya y mapuche.
Para terminar diré que en ese supuesto “desierto cultural y literario” en la América de los tres siglos españoles, tal y como se los habrá imaginado el público que asistió al acto, España fundó 28 universidades, abiertas a todos los estudiantes, nacidos en la península o en la América española. Y esas 28 universidades suponen un huracán demoledor de la ausencia casi total de universidades fundadas por los demás países europeos en sus colonias. Que yo sepa, en Norteamérica (actuales Estados Unidos y Canadá), mientras fueron colonias de ingleses y franceses, no se fundó ninguna universidad. Las universidades españoles de Hispanoamérica, o hispanoamericanas de España, fueron las siguientes, precisamente fundadas en esos tres siglos en los que supuestamente no hubo nada literario allá:
En 1551: Real y Pontificia Universidad de San Marcos, en Lima.
En 1551: R. y P. Universidad de México.
En 1552: R. Universidad de La Plata en Sucre.
En 1558: R. y P. Universidad de Santo Domingo.
En 1558: R. y P. Universidad de Santiago de la Paz Gorjón en Santo Domingo.
En 1580: P. Universidad de Santo Tomás en Bogotá.
En 1603: Universidad de San Fulgencio en Quito.
En 1608: P. Universidad de San Ildefonso, en Lima.
En 1621: Universidad de Córdoba de Argentina.
En 1621: P. Universidad de Cuzco.
En 1621: P. Universidad de San Francisco Javier de Bogotá.
En 1622: R. y P. Universidad de San Gregorio Magno de Quito.
En 1622: P. Universidad de Santo Tomás en Santiago de Chile.
En 1624: R. y P. Universidad de Mérida de Yucatán.
En 1624: R. y P. Universidad de San Francisco Xavier de Sucre.
En 1625: Universidad P. y Colegio Máximo de San Miguel en Santiago de Chile.
En 1676: R. Universidad de San Carlos en Guatemala.
En 1677: Universidad de San Cristóbal en Huamaga (Perú).
En 1681: R. y P. Universidad de Santo Tomás en Quito.
En 1692: R. Universidad de San Antonio Abad en Cuzco.
En 1721: Universidad de San Jerónimo en La Habana.
En 1721: R. Universidad de Santa Rosa en Caracas.
En 1724: R. Universidad Pencopolitana de Concepción (Chile).
En 1747: R. Universidad de San Felipe en Santiago de Chile.
En 1786: R. Universidad Pública de Santo Tomás en Quito.
En 1792: R. Universidad de Guadalajara de México.
En 1810: Universidad de San Buenaventura de Mérida de los Caballeros de Venezuela.
En 1812: Universidad de la Inmaculada Concepción de León en Nicaragua.
Ahora creo que ya el público que asistió ayer al interesante y meritorio acto de la destacada filóloga Michi Strausfeld puede hacerse una idea más acertada y más justa sobre la grandiosa obra literaria y científica de España en Hispanoamérica.
No es mi afán la polémica ni menospreciar a nadie, sino la Justicia.
Con esta humilde aportación, un abrazo para todo el mundo. Francisco Ortiz Lozano, Ardales, 6-2-2025.
Ilustro con unas cuantas estampas:
1597, mapa.
1547, Olmos.
1571, Ocharte.
1580, Sahagún.
1586, Ricardo.
1645, Carochi.
1680, Tauste.
1692, Alcarás.
1732, Machoni.
1753, Flores.
1765, Febres.